Xenofobia
Tenía sangre en los pies y era suya. Quiso soñar que caminaba descalzo pero no pudo: le habían sacado las sandalias antes de atravesarle los pies con clavos y aún en el sueño tuvo dolor.
Uno de los soldados pretendió quedarse con el par, eran nuevas, y los demás soldados también quisieron las sandalias. Las lanzas se chocaron a sus pies y un hombre murió. El soldado que tenía más rango se irritó –del mismo modo que se enojan los que mandan o los que ganan– y dijo que nadie, nunca nadie, las tendría. Dijo que había que quemarlas:
–Ese siempre andaba tocando leprosos –dijo.
Tenía sangre en los pies y era suya. Quiso soñar que caminaba descalzo pero no pudo: le habían sacado las sandalias antes de atravesarle los pies con clavos y aún en el sueño tuvo dolor.
Uno de los soldados pretendió quedarse con el par, eran nuevas, y los demás soldados también quisieron las sandalias. Las lanzas se chocaron a sus pies y un hombre murió. El soldado que tenía más rango se irritó –del mismo modo que se enojan los que mandan o los que ganan– y dijo que nadie, nunca nadie, las tendría. Dijo que había que quemarlas:
–Ese siempre andaba tocando leprosos –dijo.
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