Monstruos
invisibles
Palahniuk
Si
la protagonista es una modelo hermosa y artificial debería haber puestas de
escena grandiosas: un fotógrafo que pidiera estados de ánimo para reflejar en
su lente, unas cuantas noches con un novio infiel, una amiga incondicional, fea
y nada envidiosa y unos padres comprensivos que ayudaron a que la pequeña se
convirtiera en tapa de revista.
Nada
de eso. Se trata de una novela de Palahniuk. ¿Entonces la modelo es una
prostituta cara?
¿El fotógrafo trabaja para Playboy?
¿El novio infiel es
homosexual?
¿La amiga fea es lesbiana y la amará hasta la muerte?
¿La madre estuvo borracha durante toda su infancia?
¿El padre abusaba de ella?
Nada
de eso. Se trata de una novela de Palahniuk. Y como él, por momentos, le hace
decir a su esporádico narrador-fotógrafo:
Dale
a Palahniuk algo de cinismo
Flash.
Dale
a Palahniuk todo lo que es incorrecto.
Flash.
Entonces
la modelo no puede hablar, no puede comer sólido: le dispararon en la cara y le
volaron la mandíbula. No pueden reconstruírsela porque los pájaros le comieron
la carne, la piel, el hueso.
Entonces la modelo es un monstruo y para volver a
la sociedad deberá hacerse invisible.
Dale
a Palahniuk algo que genere escándalo.
Flash.
Dale
a Palahniuk el morbo.
Flash.
La
modelo conoce a un transexual que le devolverá la vida en el hospital. Con él y
su novio ya perdido recorrerán casas en venta robando drogas de las
habitaciones para vender y subsistir. Con ellos tratará de olvidar la Navidad
que sus padres le regalaron miles de forros para que aprendiera a usar “y no se
muriera de Sida” como su hermano.
Monstruos
invisibles, en la belleza, en el hogar dulce hogar, en los hospitales, monstruos en todas
partes.
La novela es un espiral con irregularidades, la novela es una rareza.
Dale a Palahniuk lo peor que se te pueda ocurrir, las ideas más retorcidas y
Palahniuk te dará una novela.
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