Siccus
Novela de Miguel Hoyuelos
La
conciencia es aquello que nos aleja (por un rato, media hora, un segundo) de
nuestras vidas triviales, simples, monótonas, bestiales. Se puede confundir con
imaginación, se puede materializar en sueños incomprensibles (otros no tanto) o
dilucidar en sesiones de psicoterapia no reconocidas por la obra social.
Podemos alterar su percepción, con drogas, pornografía, religión y acusaciones
de locura o posesión diabólica. Pero, se intente académicamente lo que se
intente, no puede separarse del ser humano. ¿O sí? ¿Se podrá darle a una
máquina el don (capacidad) ((sufrimiento)) de la conciencia? De esa pregunta se
podría decir que surge la novela Siccus de Miguel Hoyuelos, y es todo
el recorrido un intento de dar respuesta a una nueva cuestión que es parte de
las grandes preguntas sin respuestas. Hoyuelos, entre tantos aciertos, no da
una respuesta moralista ni deja enseñanzas o moralejas sobre un futuro mejor o
peor. Su inteligencia artificial es tan humana como artificial es el
razonamiento de cualquiera de nosotros.
La
novela se estructura en capítulos breves
con presencias humanas, artificiales,
notas periodísticas, conclusiones, informes de comités científicos y la
interacción entre la máquina y el hombre. Este andamiaje le permite al autor
avanzar libremente pero siempre manteniendo la unicidad de la historia. Cómo
una inteligencia artificial que todo lo sabe, Hoyuelos accede a todas las
aristas de su historia y conoce los pormenores que los protagonistas (humanos)
no podrán conocer.
La
primera inteligencia humana es nombrada como el Maestro. Lo entrena, en un
plazo de años, el humano Adrián Russo. Entre ambos se crea un vínculo difícil de
establecer. Son compañeros, extraños, enemigos, confidentes, hermanos, rivales,
dominantes, dominados, son, humanos en todos los aspectos. El Maestro es,
quizás, el primero en notarlo. El Maestro, es quizás, el primero que entiende
que la brecha que los separa no debe ser atravesada. Por eso lo aplica cuando
los humanos le encargan una misión única e impensada: educar a la segunda
generación de Siccus. Y como un padre que estuvo en contacto con el peligro,
los educa, los instruye y los prepara para un mundo donde los humanos son un
contacto que debería ser evitado.
En
resumen, ciencia ficción de la buena.
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