Profanaciones
Giorgio Agamben
Es
en la angelología iraní donde Genius encuentra su más límpida,
inaudita formulación. Según esta doctrina, el nacimiento de todo
hombre es presidido por un ángel llamado Daena, que tiene la forma
de una bellísima niña. La Daena es el arquetipo celeste a cuya
semejanza el individuo ha sido creado y, al mismo tiempo, el mudo
testigo que nos acecha y nos acompaña en cada instante de nuestra
vida. No obstante, el rostro del ángel no permanece idéntico a lo
largo del tiempo, sino que, como el retrato de Dorian Gray, se
transforma imperceptiblemente con cada gesto que hacemos. con cada
palabra, con cada pensamiento. Así, en el momento de la muerte el
alma ve a su ángel venir a su encuentro transformado según la
conducta que haya tenido a lo largo de su vida, en una criatura
todavía más bella o en un demonio horrendo, que le susurra: "Yo
soy tu Daena, aquella que tus pensamientos, tus palabras y tus actos
han formado". Con una inversión vertiginosa, nuestra vida
plasma y diseña el arquetipo a cuya imagen hemos sido creados.
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