Presentación En tres noches la eternidad
Dos
días después, vamos a hablar de la presentación. La sensación es agridulce. Hay
gente que disfruta de ese sabor. Lo que sin duda disfruté fue el
compromiso y la dedicación de Alejandro Gómez y su grupo teatral Alto Impacto. Los
monólogos estuvieron a cargo de Víctor Cutrono, Marina Pérez y Norberto García;
para ellos todo mi agradecimiento, por la dedicación, el esfuerzo, las ganas y
el desinterés. Y vuelvo a mencionar la energía y el compromiso de Alejandro
Gómez. Su generosidad ha sido, como siempre, invaluable. Se enfrentaron a
monólogos extensos y rebuscados y supieron contener y mejorar la historia. El
segundo agradecimiento es para Bernabé Tolosa, agobiado por el trabajo, los
exámenes y el fin de año, tuvo el tiempo para leer la novela, analizarme y
ayudarme en su difusión; además armó una presentación ideal: casi no tuve que
hablar ni justificar la novela. Para eso conté con Bernabé y las palabras a
través de los actores y sus interpretaciones. El tercer agradecimiento es para
los amigos que pudieron asistir, no voy a nombrarlos uno por uno pero sí
agradecerles infinitamente por estar; y a los que no pudieron asistir, querían
y se quedaron con las ganas. Y también mi agradecimiento para Librería Puro cuento y el editor Ezequiel Bajder que se gastó 800 km de su vida para decir presente.
Alejandro Gómez, Marina Pérez, Victor Cutrono, Bernabé Tolosa, Sebastián Chilano y Norberto García |
El sabor agridulce me da ganas de revancha, de hacer otra presentación quitando todas las excusas:
clima, lugar, horario, que el vino estaba moderadamente tibio, que a las
presentaciones de libros hagas lo que hagas no va nadie, que no estamos para hablar de libros y ficción en este tiempo aciago en cuanto a política, etc. Por ahora no
pasa de las ganas, habrá que convencer a los actores, tener la voluntad de
empezar otra vez con la difusión, y levantar un poco el desánimo que da las
pocas respuestas ante las grandes preguntas egocéntricas: ¿Para qué son las presentaciones de libros? ¿Para vender? ¿Para que
los presentadores de ocasión, generalmente otros escritores, homenajeen al
presentado como si fuera un genio incunable? ¿Para que los lectores descubran o
se encuentren con el escritor? ¿Para
quién son, los amigos, parientes, lectores, el escritor? Sin importar las
respuestas, el único mandamiento es claro: hay que seguir haciéndolas; no
importa si van 10, 20, 1000 o ninguna persona. Hay que seguir, sacar la foto
(con plano cerrado si hay poco público) y sonreír para la circulación en redes
sociales. Fuimos felices, y la felicidad está relacionada con el libro que se
ofrece: esa oferta no está al alcance todos los días. Ni la interpretación de los actores que tanto esfuerzo y dedicación pusieron para jugar con la novela y el teatro.
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