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lunes, 25 de abril de 2011

Bar: Sueño con un avión. Con un viaje en avión. De vacaciones. A un lugar donde hace calor. Mucho calor. Sueño que conozco una mujer hermosa. Y que esa mujer hermosa tiene una casa hermosa muy cerca de la playa. Ahora bien, si el mozo no viene dentro de los próximos 2 minutos con la botella de cerveza que pedí, el sueño se va a desmoronar, el avión se va a caer en pedazos y la mujer se va a convertir en la dueña de este bar. El ruido de la botella sobre la mesa me sobresalta. Eso pasa por estar con los ojos abiertos pensando boludeces. La cerveza no me la trae el mozo. La trae la dueña del bar. La dueña fea y mal hablada que a veces, cuando me lleva a casa, borracho, se sube sobre mí y grita, mientras yo me quedo dormido.

2 comentarios:

  1. Curioso es soñar que la dueña del bar se tira encima de vos, como el alcohol de la desesperación, como la soledad cuando te invade, como la noche negra cuando deja de ser mágica como la luna y es fea como es fea la que se apodera de vos y me hace pensar en cosas que no debo porque no debo a estas horas analizar el subconsciente de Sebastian aunque ahora que lo pienso, cuando yo estuve mal, el muy desgraciado analizó el mío y me curó de tanto llanto y al final me terminé separando gracias a él que me puso un espejo enfrente de mí. Gracias. Ahora estoy sola pero ya no lloro tan a menudo.

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  2. pero miren ustedes a este soñador... yo tenía casi diez años menos cuando él se paseaba de guardapolvo blanco ¿se paseaba de guardapolvo blanco? No, creo qu el guardapolvo vino después y en ese momento yo me lo inventaba. Era un soñador, de todas maneras, en auqel momento, de todas las maneras posibles. Y se reía mucho,nuca supe bien de qué se reía. Tengo un manuscrito de una obra suya en un baúl de madera. Lo leí hasta el capítulo siete,,, es que el guardapolvo, usted sabe, Sebastián, el guardapolvo, la risa y los años. Demasiada confusión. Usted sabe.
    Y Adriana me hizo llegar este blog. Adriana paloma mensajera. Entonces vine, asomé y sí, me dije, era un soñador, se reía mucho. Pero por aquel entonces nunca me confesó que escribía. Nunca.

    Mi abrazo
    Samanta

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