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domingo, 26 de febrero de 2012


Sexo


Ella se dejó caer, cansada, y él la miró, inseguro de tenderse, también desnudo, junto a ella. El agotamiento era extremo, pero aún quedaba un hecho más, un acontecimiento tan necesario como todo lo que había pasado en la noche hasta ese momento, pero los dos estaban cansados, sin deseo. Ella llevó la mano hacia la entrepierna de él y tocó aquello blando y distante, casi indiferente; él cerró los ojos pensando en nada y en todo y trató de alborotar la sangre y lograr la tensión de sus músculos exhaustos pero no lo logró. O lo logró a medias y entonces se buscaron y se besaron, sin ganas; él borracho con mal aliento, ella asqueada; finalmente, acaso para apurarlo, ella le puso la mano en la espalda y lo llevó hasta colocarlo sobre su cuerpo mientras abría las piernas y se unían, los dos esperando que el otro acabara para poder dormir.

Esto podría ser parte de una noche de bodas, después de la larga fiesta que comienza en una iglesia y termina cuando los mozos sirven el desayuno y alguien hace salir el sol; o también podría estar hablando de un casamiento entre indios, que después de sus rituales bailan y cantan a todos los dioses y mezclan elixires de plantas mágicas y ruegos de fertilidad; o podría estar contando mil y un casamientos convenidos en un oriente lejano que luego de danzas de vientres, perfumes afrodisíacos y comidas picantes unen en cópula a los cansados de tantos placeres no sexuales, aunque en realidad está contando la noche de dos viejos amantes que cansados ya de forzar sus cuerpos, pero temerosos de ofender al otro, se siguen dando al penoso arte del sexo cuando en verdad se aman sin necesidad de tocarse.

martes, 21 de febrero de 2012


Soledad


Después de cinco días de atraso se hizo el test. No fue a trabajar, se quedó sola, en su casa. El test le dio negativo. No estaba embarazada.
–Es una suerte ser invulnerable. Es una suerte no arruinarse la vida ni atarse a nada –le mintió al espejo.

domingo, 19 de febrero de 2012

Stress:



El escritor sufre una crisis existencial. Por stress, por angustia, su cuerpo siente el efecto de la crisis. Se le caen las uñas, se le cae el pelo, se le cae el culo, se le cae la piel y le cuelga de los brazos, eso sí, crisis mediante, no se le cae una sola idea.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Suicidio



Le dije la verdad. Que no nos queríamos. Le dije que habíamos sido obligados por nuestras familias. Que no podíamos seguir así. Le rogué que siguiéramos siendo amigos. Le propuse que habláramos hasta encontrar una solución. Me besó, piadosa, y se fue sin decir nada.

domingo, 12 de febrero de 2012

Sincero



No soy educado, si entro a un lugar no saludo, si sube un viejo al colectivo cierro los ojos y me hago el dormido. En mi trabajo no estoy en la lista de hombres mejor vestidos ni en la de buen compañero. Desde que empecé a usar perfume tengo una horrible alergia que me pone roja la piel del cuello y me hace arder los dedos de las manos. Las mujeres que trabajan conmigo se quejan todos los días que no me afeito, pero me afeito los viernes al salir del trabajo para volver con barba el lunes. Las mujeres que duermen conmigo dicen que soy poco cariñoso, que ronco, que tiro de las cobijas y me olvido si ellas tienen frío o no. No hablo mucho y cuando lo hago digo cosas fuera de lugar. Nadie parece entender mi sentido del humor. Algunos dicen que es un humor muy difícil de entender. Yo digo que son unos idiotas. No lo digo, lo pienso, pero supongo que mi cara lo debe decir todo. Si me piden en la calle sólo doy cuando tengo miedo. Si me gusta una mujer, prefiero perderla antes que decírselo. Si como en la cama me gusta que queden migas entre las sábanas. Me gusta despertarme a la mitad de la noche y sentir que pequeñas cáscaras filosas de pan se clavan en mi piel. Si me levanto a mear a la noche, me gusta cerrar los ojos y mojar la tabla. Me gusta las pequeñas gotitas que rozan la piel entre los pelos de las piernas y los erizan. Después seco la tabla con papel higiénico, y a veces también me seco las piernas.

jueves, 9 de febrero de 2012

Separación.


No sé si hubo algún indicio. Y si lo hubo, no sé cuál fue. Yo me di cuenta una noche. Mientras ella cocinaba, salí al balcón a entrar la ropa colgada en el tender sin que ella me lo hubiese pedido. Toda mi ropa estaba sin broches. Y la suya tenía más de los necesarios. Por suerte no se había volado nada, pero era cuestión de tiempo. No dije nada. Junté toda la ropa y no dije nada. Desde entonces supe que un día volvería a casa y ella ya no estaría. Era cuestión de tiempo.

domingo, 5 de febrero de 2012

Sexualidad


Pasaban meses sin tocar tierra. Con suerte, conseguían abordar una goleta en altamar; sin suerte, debían abastecerse en alguna isla desierta o en un puerto con poca milicia. Incluso en tierra, la mayoría del tiempo los piratas estaban rodeados de otros hombres. Ni que hablar durante la navegación: las mujeres traían mala suerte mar adentro. Incluso preferían encontrar una nave repleta de enfermos antes que mantener a las mujeres que apresaban en sus piraterías. Luego de violarlas, las tiraban por la borda sin piedad ni misericordia. A veces ni siquiera las violaban. Los escritores fueron quienes cambiaron la historia de los piratas. No todos los escritores, sino aquellos que nunca navegaron y crearon con sus palabras una leyenda de romanticismo alrededor de los bárbaros. Los escritores que fueron verdaderos marinos no hablan de amor. Ni Conrad, ni Mellvile lo hacen. Los otros crearon al bravo filibustero que dejaba conquistar su corazón por una mujer enemiga. Así el Tigre de la Malasia recorrió con distinta suerte las costas de Borneo tras su amada Mariana. Así, los piratas pasaron de los libros al cine y fueron cada vez más cuidadosos de su imagen y sus amores. Pero la realidad fue otra. Muy distinta a las novelas de aventuras de nuestra infancia. ¿Qué sería de estos hombres hoy? ¿Qué pensarían de las leyes de unión civil en tierra? ¿Volverían al mar después de saber de su existencia?

viernes, 3 de febrero de 2012

Hoy entré a una habitación de la clínica y vi la novela Kryptonita de Oyola reposando sobre la mesa de luz del paciente. Matrimonio en segundas nupcias, él (además el paciente) 83 años, ella 77. Casados hace 7 años. Le dije a la mujer "Que buena novela" y me contestó: "Me la recomendó un médico, un anestesista" "Yo lo conozco al autor", agregué y la mujer inmediatamente dejó de prestarme atención mientras me preparaba para contarle de la presentación del libro en Fray Mocho, del primer capítulo y otras cosas, pero no pude. La mujer sacó una libretita, abrió una hoja escrita a mano con lapiz y empezó a leerme, hora por hora, lo que había pasado con su marido, el paciente, y ahí nomás volví al mundo nuestro de cada día.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Secta: Dios fundó la secta de todos los tiempos. A los pocos años sus seguidores lo asesinaron. Los conspiradores tenían un buen motivo. Matar a Dios lo haría eterno. Hasta el día de hoy les asiste la razón.