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domingo, 19 de junio de 2011

Extraterrestres:



No entendíamos ni media palabra de lo que decían los extraterrestres, pero enseguida nos dimos cuenta de que eran todos trolos. En apariencia iguales a nosotros, cuando hablaron no nos quedaron dudas: eran putazos más que trolos. Un obispo, o un cardenal, sugirió llevarlos a una isla, hasta decir que hacer con ellos. Por alguna razón, nadie dudó en hacerle caso. Al día siguiente se completó la invasión. Cientos de mujeres bajaron de las naves espaciales. Todas ellas eran sensuales y femeninas. Con delicadeza nos preguntaron dónde estaban sus maridos. Les dijimos que en una isla. Y les dijimos dónde quedaba la isla. Ellas bajaron a sus hijos de las naves y los llevaron a la isla, para que los maridos los cuidaran. Al regresar de la isla se dedicaron a esclavizarnos, a someter nuestro intelecto a una vida de dominación y vergüenza. Y no sólo en el orden sexual, aclaro.

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