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miércoles, 5 de septiembre de 2012

Confusión:

Me aseguraron que la libertad era descargar de Internet. Series. Películas. Música. Libros. Después lo prohibieron. Le pegaron un logo con un águila y unas palabras que no las puedo leer. Hoy no consigo subtítulos ni el último CD de nadie. 

Crecí leyendo tipos que hoy no se deben leer. Que todo lo que escribían (dicen hoy) lo hacían impregnados por su odio político. Hoy destrozan sus cuentos, sus novelas, los hunden o reafirman y nos sugieren si leerlos o no según su postura política, o la carencia de ella.

Mi viejo ponía tangos todo el día. Y folclore día por medio. Las letras hablaban de mujeres de mala vida, de mujeres en prostíbulos que arrastraban el amor y el honor de los hombres. 

Todavía puedo escuchar a Julio Sosa "Es mentira no fue un guapo haragán y prepotente, ni un cafishio veterano el que al vicio te largó, vos rodaste por tu culpa y no fue inocentemente, berretines de bacana que tenías en la mente, desde el día que un magnate cajetilla te afiló". Hoy, consecuente con los tiempos que vivimos, habrá que votar a favor cuando alguien proponga prohibir esta letra.

Hoy hay gente que cree que cuando me pregunta de historia o deportes corro a google para saber qué contestar; hoy hay gente que cree que aprendo a opinar cuando un periodista me dice qué opina.

Hoy hay gente que todavía cree que el hombre llegó a la luna en  1969 y lo pasaron en vivo y en directo por la televisión.

Hoy, todavía hay gente que cree. Y que subestima a los que no.

En definitiva, estoy un poco confundido. Como un viejo, que lucha todos los días por recordar lo que aprendió ayer: cómo dominar el control remoto de la televisión que lo adormece y apacigua.

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