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jueves, 14 de marzo de 2013




Confusión II (versión marzo 2013)

Estuve una hora mirando el televisor sin sonido. Las imágenes mudas iban de gente en una plaza a un balcón intercaladas con caras de periodistas que movían sus bocas diciendo vaya Dios a saber qué cosa. Me relevaron en el trabajo y me fui a casa. En el camino me llama un amigo y me habla emocionado. Creo entender que afirma: el Papa es argentino. Me sorprendo, no por la elección, me sorprendo porque mi amigo me llamó. Ajeno a su felicidad, corto la comunicación. Llamo a mis padres, los escucho emocionados. Llamo a mi mujer. Entonces pienso en una canción de Ismael Serrano y todo me parece una fiesta a la que nadie se molestó en invitarme. Después todo se vuelve una cosa. Una sola expresión. Desfilan personajes, opiniones, parientes lejanos. Alguien pone una foto en el facebook donde el nuevo Papa en su antiguo rol de cura le pone una hostia en la boca a un dictador asesino. Me indigno. Me sumo a la protesta. Después otros, y en el mismo facebook, me explican que el cura en la foto no es el Papa. Es otro. Y me explican que no podría ser nunca por la edad: la foto tiene 30 años y el cura se parece al Papa hoy. Empiezo a confundirme. ¿Tengo que desconfiar de facebook o de las personas? Leo un discurso que dio el Papa en contra del matrimonio igualitario. Leo que el Papa viaja en subte. Apago la televisión. Ya no coincido con la canción de Ismael Serrano, no importa si me invitaron o no, es mi elección no participar de esta fiesta.

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