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domingo, 26 de enero de 2014

Viralizoo (comentarios por el Dermaglós FPS 70)


No sé si tiene sentido esto que voy a contar. No sé si importa. Me importa a mí, igual que la entrada anterior, y de ella voy a hablar. La entrada con el título "Yo no voy a hacer juicio por el Dermaglós" se reprodujo de un modo que no pude predecir. Si lo hubiese querido, no me hubiese salido. A este blog entran 30 o 40 personas por semana y leen las entradas frívolas y banales, algunas sentenciosas y otras cómicas. Eso es todo. La entrada sobre los efectos del Dermaglós en mi hijo, en este momento que escribo, llega a las 14.000 visitas, sí, con todos esos ceros detrás. Y lo que fue una catarsis desde el sufrimiento, y sobre todo la impotencia que genera la soledad del reclamo, se convirtió en algo más. Pasajero, sí, como espero que sean las secuelas en todos nuestros hijos. Agustín, por cierto, hace 10 días que dejó de usar esa porquería y está perfecto, tiene unas manchas blancas donde antes tenía el rojo de la urticaria, pero ya no hay picazón y va a la playa sin brotarse ni rascarse con sus manos que ya son un poco menos torpes que hace una semana.
Ese número impensado de lectores generó una cantidad de comentarios tan variados como incomprensibles. La mayoría, por suerte, fueron con deseos de recuperación y solidaridad ante la desgracia. Otros, los agradezco, escribieron para decir que se sintieron identificados y expresar el alivio de no sentirse solos ante la fría indiferencia de la empresa y los medios tradicionales de comunicación. Porque en la rabia que movió a esa entrada también estaba la rabia ante Andrómaco, ante la falta de información al público, la publicidad breve y solapada, con el claro objetivo de no informar y sí cubrirse diciendo que habían anunciado, también la rabia ante la mecánica respuesta "te lo cambio por otro" como un burdo intento de meter abajo de la alfombra la porquería de todos los monstruos invitados a la fiesta. Tampoco es útil el "¿Vos creés que hicimos esto a propósito?" No, claro que no. Nadie busca perjudicarse. Pero eso no exime de la culpa. Algo falló y no saben qué, eso es lo peor. Por favor, la teoría del sabotaje déjenla para el cine más berreta, y no hablo del cine de bajo presupuesto que entiende de qué se trata esta historia. Ahora cambiaron, nos llaman y ofrecen varios productos, preguntan cómo se llama nuestro hijo y hablan de él con su nombre propio "¿Y cómo está Agustín?" "¡Eso es todo lo que importa, que Agustín esté bien!" Te dicen por teléfono. Entre los mejores comentarios de mi blog, hay un anónimo que dice "Estoy seguro que el laboratorio ya pasó por el banco de este médico" y tengo que decirle que no, que me hizo reír mucho. No me hizo reír el otro comentario que dice que yo, por ser médico, tendría que haber entendido que la causa de la alergia de mi hijo era el Dermaglós, no me hizo gracia porque es el tipo de comentario que genera una estúpida leyenda sobre los médicos (que muchos médicos aumentan), no podemos atender a nuestros familiares, los tienen que atender otros médicos, si no tenemos confianza en otros médicos, no tenemos confianza en la profesión, por tanto, no voy a cambiar de pediatra ni a hacerme cargo de la atención de mi hijo, es una responsabilidad muy grande ser padre, no vamos a agregarle el peso de atender a aquello que uno más ama. 
Otros comentarios me acusaron de no ser quién soy, de estar pago por la empresa para evitar juicios; incluso dos anónimos se pusieron a discutir el rol del ANMAT en este caso. Una médica explicó (lo sé) que la medicina no es matemática, una abogada ofreció sus servicios, y por suerte mucha gente compartió la idea: que esto no vuelva a pasar. 
Mi juicio a la empresa, parece que fue este. Si 14000 personas leyeron esa entrada y esas 14000 no compran más un producto de esta empresa, y esas 14000 se lo comentan a sus familiares y amigos, el perjuicio económico es mucho más grande que el beneficio que puedo obtener en un juicio. Pero, a decir verdad, tantos comentarios me hicieron pensar si lo correcto no sería empezar acciones legales. Mi mayor negativa es esa: buscar la recompensa económica por un sufrimiento invaluable me hace sentir mal. Oportunista. Soy médico, estoy entrenado para esperar el juicio, no para empezarlo. La segunda duda es el proceso de agotamiento, tener que demostrar que mi hijo estuvo enfermo, que la enfermedad fue causada por el producto, involucrar a los colegas que lo atendieron, guardar tickets, constancias, fotos, testimonios de algo que ya pasó. Pero también, ahora, entiendo a la otra parte. Es cierto que es ingenuo creer que con sólo pensar en nuestros hijos, estos empresarios no van a dormir. Más que ingenuo, es un recurso literario para terminar un texto. También es ingenuo (y hermoso) pensar que les podremos untar en sus caras el factor 70, para que sepan lo que sintieron nuestros hijos, como me escribieron en un comentario. Lo único que les puede doler es no tener ganancias. Que la gente deje de comprarles, que la gente deje de pensar que son los mejores y no cuestionarse lo que compran. El juicio económico también ayudará a que les duela, el individual y el colectivo. A este último, me convencieron los comentarios y la familia, finalmente adherimos. Mientras tanto, si quieren leer algo que tiene que ver con mi hijo, los invito a leer la entrada escrita hace seis meses, antes del Dermaglós y todo su veneno: Pestañas 

2 comentarios:

  1. SI HAY ALGO QUE NO TIENE DESPERDICIO ES EL BOCA A BOCA...PUEDE SUBIRTE A LA GLORIA O LAPIDARTE...QUE LA GENTE SAQUE SUS PROPIAS CONCLUSIONES CON DERMAGLOS YO SAQUE LAS MIAS

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  2. Ya sabes lo que se dice: el hombre es el único animal que choca dos veces con la misma piedra.

    Seguimos comiendo en Mac Donalds después de los casos de nenes muertos por el MacPollo hace unos años, y de eso nadie se acuerda. Seguimos fumando aún sabiendo que tiene más de 250 químicos cancerígenos.

    La especie es así, estúpida por naturaleza.

    Saludos

    J.

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