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domingo, 20 de mayo de 2012


Y:


–¿Y? –pregunta el Uno.
–Y nada, qué se le va a hacer –el Otro lo piensa mejor–. ¿Qué se le puede hacer? El tipo se calentó. Allá lo tenés, sentado afuera.
Miran hacia la calle. Le ven la espalda, le ven las piernas estiradas. Está sentado en el tronco de un árbol.
–Por suerte no llueve–dice el Uno.
–Es un pelotudo, qué querés que te diga –contesta el Otro.
Se miran.
–Andá a buscarlo –dice el Uno.
–¿Y yo por qué? –se queja el Otro.
–Está bien, voy yo –dice el Uno.
Sale de la casa y se para detrás del que está sentado mirando la nada.
–Che –dice el Uno–. No te calentés. Entrá que la cena ya está servida y seguro que Jesús te pide perdón.
Judas se da vuelta. Tiene los ojos brillosos.
–Cómo me gustaría que fuera su última cena –dice Judas–, y... –se calla.
–¿Y qué?
Judas se para.
–Y nada. No me hagas caso. Entremos. ¿Qué hay de cenar?




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