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sábado, 1 de marzo de 2014


La bestia


La madre primeriza dio a luz una bestia de cabeza de lobo y cola de serpiente. El párroco ordenó que se le cortara la cabeza con una espada cuyo filo hubiese estado en Tierra Santa. El mismo párroco bendijo el metal con agua bendita. Dicen que tres veces trataron de cortarle la cabeza a la bestia y tres veces la espada se doblegó ante la dureza del cuello de la bestia. Dicen que la madre confesó ser amante del Diablo. Dicen que el párroco se ahorcó esa noche y el caballero que prestó su espada se ahogó en su propio vómito alcohólico una semana después. Dicen que regresaron la criatura con su madre y que los marginaron del mundo, para que vivieran por su cuenta. Dicen que con el tiempo sus deformidades mejoraron: su cola de serpiente se secó y su cara de lobo se hizo tan humana como atractiva. No necesito que nadie me diga nada más. Sé con qué esmero mi madre me enseñó lo poco que ella sabía. Y sé lo difícil que fue para ella dejarme volver al mundo. De mi padre aprendí más cosas, en secreto, sin que mi madre lo supiera, porque todo el mundo, también ella lo odia.


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